Entre flores de cempasúchitl, veladoras y pan de muerto, México vuelve a encender su memoria colectiva. Cada altar es una casa abierta al más allá: un puente de amor entre quienes fueron y quienes aún esperan.
Por Any Altamirano
HoyLunes – Ser mexicano, es llevar tatuadas tradiciones y costumbres como memoria colectiva. El llamado ‘Día de Muertos’, es un espacio de tiempo que abarca del 28 de octubre hasta el 3 de noviembre —fecha en que se retiran los altares y se depositan las flores y veladoras en los panteones—. Días en que el aire se respira diferente, la temperatura desciende, y el chipi chipi “llovizna ligera” se hace presente en algunas regiones. En los lugares húmedos y de montaña, la neblina cubre los paisajes, como un manto agregado de misterio, como un luto que aguarda con fe y esperanza, el reencuentro con las almas de los seres queridos que murieron —en su cuerpo físico—, pero que creemos que ahora viven en otra dimensión, una vida eterna —tranquila y feliz.
La celebración del Día de Muertos, en la creencia popular, es una tradición prehispánica mexicana, que pervivió a la Conquista Española, adoptando las fechas celebradas por los primeros religiosos franciscanos: 1 de Noviembre “Día de Todos los Santos” y 2 de Noviembre “Día de Difuntos”. La tradición está más arraigada en los pueblos originarios de México, un país multicultural, que de acuerdo al Censo del INEGI 2022, existen cerca de 12 millones de nativos indígenas: Tarahumaras, Huicholes, Mazahuas, Otomiés, Purépechas, Mexicas, Nahuas,Yaquis, Tlapanecos, Mixtecos, Mixes, Triquis, Zapotecos, Mayas, entre otros; sin embargo, también se celebra por todo el territorio mexicano.
Las culturas prehispánicas de México que rendían cultos a sus muertos y de las que se tienen más datos, respecto a los rituales al sepultar a sus muertos, el camino hacia el mundo de los muertos y su retorno ‘como un permiso de visita, son: la mexica, maya, purépecha, zapoteca, totonaca, entre otras. Las fechas de celebración, eran más prolongadas (cerca de 45 días), algunos datos apuntan a que daba inicio con el equinoccio de Otoño, el 22 de septiembre.
El Día de Muertos, fue declarado por la UNESCO en el 2008, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
México, ha logrado records Guinness por el ‘Altar más grande del mundo’, en 2023, Santa Lucía, Monterrey, Nuevo León; 2024, construido en la Ciudad de Xalapa, Veracruz (1,567 m2); 2025, San Pedro Tlaquepaque, Jalisco (3.329 m²).

El sincretismo —una mezcla de tradiciones prehispánicas y europeas— de los altares de muertos, se hace presente al colocar en sus altares: Santos, crucifijos, inciensos, velas, etc; sin que esto signifique que la tradición esté reconocida por la iglesia católica. Aunque existe discrepancia del origen de esta tradición, entre la parte popular y académica. El laureado poeta mexicano, Octavio Paz (Premio Nobel), apostaba por la idea sincrética de vida y muerte. Como tradición popular, es la conexión de los vivos con las almas de sus muertos que los visitan cada año, una herida de pérdida, que con el tiempo se vuelve resignación y esperanza, de reunión en la vida y en la muerte.
Los principales Estados de México, más visitados cada año por la tradición del ‘Día de Muertos’, por turistas de todo el mundo son: Aguascalientes, Ciudad de México (Mixquic), Chiapas, Michoacán, Oaxaca, San Luis Potosí y Veracruz.
Esta tradición ha trascendido más allá de sus fronteras, por la diáspora mexicana residente en otros países de todos los continentes, principalmente, España, Francia, Inglaterra, China, Japón y países con quienes se comparten raíces de culturas mesoamericanas; sin embargo, es en México donde año con año se hace presente el ‘Día de Muertos’, en los hogares familiares, calles, oficinas gubernamentales, instituciones públicas y privadas, calles y panteones.
En estas fechas, los mercados fijos y mercadillos ambulantes, se llenan de colorido, por las flores de cempasuchitl y mano de león, dulces típicos, pan de muerto, barras de chocolate, papel picado, inciensos, hojas para tamales (frescas y secas), semillas de almendras, cacahuates, e ingredientes necesarios para preparar platillos típicos que se hacen más presentes en estas fechas.

Algunos significados de los componentes de un Altar de Muertos y sus ofrendas:
*La flor de cempasúchitl: Su color amarillo simboliza la luz que guía las almas desde el mundo de los muertos hasta el altar que colocan las familias en estas fechas, principalmente 1 y 2 de noviembre.
*Papel picado: Tiene diferentes significados, desde la fragilidad de la vida; la edad de los facellidos, por ejemplo, el blanco para los niños; la forma de morir, el azul —si murieron en agua—; lugares espirituales, el negro —el inframundo—, entre otros significados.
*Fotografías: Como recordatorio de los seres amados que han muerto y a quienes se espera recibir.
*Veladoras: Es la luz que guía a las almas de regreso a casa.
*Fotos de Santos: Los Santos son los intercesores de los vivos con los muertos, una conexión espiritual.
*Crucifijos: Representan la fe y la esperanza. La muerte de Cristo que venció a la muerte y la esperanza en la resurrección.
*Copal: Un elemento que ahuyenta los malos espíritus para permitir la entrada de las almas a su hogar en vida.
*Alimentos y frutas: Como ofrenda de lo que más les gustaba a los difuntos cuando vivían, por ejemplo: mole, tamales, refrescos, dulces, cigarrillos, cerveza, café, chocolate, frutas (naranjas, plátanos, mandarinas), etc.
*Agua: Para calmar la sed por el recorrido realizado.
*Catrinas de papel maché: Surgieron como la representación de una crítica social, por la desigualdad social, que se vivía durante el Porfiriato y que se incorporó a las celebraciones del Día de Muertos, como una forma de resistencia, para expresar que la muerte “no respeta clases sociales, llega igual para todos” y que se incorporó con el tiempo a la decoración de los altares.
*Pétalos de flor de cempasuchitl: Colocados desde la entrada de la casa hasta el altar, para guiar a las almas hasta las ofrendas preparadas.

En las zonas rurales de México, se vive con mayor arraigo estos días. En las ciudades y pueblos mágicos, también se celebran con grandes altares y decoración de catrinas es las calles, locales comerciales y en las casas. En algunos lugares, principalmente en los pueblos, las familias abren en estos días (1 y 2 de noviembre), las puertas y ventanas de sus casas al turismo, para mostrar sus altares y ofrendas, y les ofrecen comidas y bebidas típicas, un ejemplo es, Naolinco de Victoria, Veracruz, un pueblo mágico, situado en la parte montañosa central del Estado de Veracruz.
Día de Muertos, es una tradición pura, no es Hallowen, ni tampoco es culto a la Santa Muerte (secta). Es una tradición que conserva creencias e ideologías principalmente de las culturas mesoamericanas (olmecas, mayas, teotihuacanos, zapotecas, mixtecos, toltecas y mexicas) y de pueblos originarios de México.
El Día de Muertos, es una tradición que celebra la vida después de la muerte, es una dualidad del dolor por la pérdida y celebración de una vida mejor en el mundo de los muertos, que equivaldría en el adoctrinamiento religioso, a la transición del espíritu al cielo o al infierno, de acuerdo a las acciones en vida y que resucitarán algún día como está escrito en las Santas Escrituras.
El Día de los Muertos, es un recordatorio de que nuestros difuntos viven en nuestros corazones y en nuestra memoria, cuando los recordamos y esperamos su visita cada año, y mueren cuando los olvidamos.


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